En el marco del 209° aniversario de la Declaración de la Independencia argentina, el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Sánchez, presidió este martes el tradicional Tedeum en la Catedral tucumana con una homilía que combinó espiritualidad, memoria histórica y una mirada crítica sobre la situación social de la provincia y del país.
“¡Feliz Día de la Patria! ¡Feliz aniversario de la Independencia Argentina!”, expresó al comenzar, evocando con emoción aquel 9 de julio de 1816, cuando los congresales “declararon la Independencia de forma unánime e indudable, comprometiéndose al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama”.
El eje de su mensaje fue la esperanza, a la que definió como fuerza interior que mueve a la acción, especialmente en tiempos difíciles. Invitó a todos los argentinos a reavivarla: “Como hijo de esta tierra tucumana, heredero de los decididos tucumanos, y como pastor de la Iglesia, quiero invitarlos a reavivar la esperanza”.
En un tono reflexivo pero firme, alertó sobre la presencia creciente del desánimo: “Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad”, dijo, y advirtió: “No nos dejemos robar la esperanza”.
Sánchez trazó un puente entre el presente y el espíritu de los próceres que hicieron posible la independencia. Recordó que en aquel tiempo también se vivían grandes dificultades, pero que “la esperanza en algo más grande y maravilloso los impulsaba a poner todo de sí mismos”. Por eso, señaló, “todavía nos falta mucho camino por recorrer… derribando muros, tendiendo puentes, achicando distancias, comprometiéndonos todos, poniéndonos la Patria al hombro”.
Conmovedoramente, el arzobispo puso rostro y nombre a quienes hoy son testimonio de esperanza en Tucumán. Mencionó a Felipe, el niño del Colegio Belgrano que tras un ACV y su milagrosa recuperación, adjudicada a la intersección de María Auxiliadora conmovió a muchos: “Felipe, atendido por el personal de salud del hospital (Padilla) y ayudado por la fe convencida de su familia, compañeros y aún desconocidos que rezaron por él, su recuperación es signo de esperanza”.
También habló de Diego, quien estuvo al borde de la muerte tras caer en un contenedor de basura, pero logró salir adelante; de David, un exadicto que ahora es misionero en su barrio; de Jony, un interno del penal que se recibió de ingeniero electrónico; y de Pedro, que hace 30 años dejó de consumir gracias a su grupo de apoyo.
Una mención especial tuvo la historia de una joven travesti que, tras una experiencia espiritual profunda, transformó su vida: “Vivió una experiencia de sentirse amada por el Señor que le cambió la vida y ahora sirve a los que necesitan”.
Monseñor Sánchez destacó además la entrega de docentes en zonas rurales, empresarios que reconstruyen tras la pérdida, voluntarios, servidores públicos y organizaciones que, aun con limitaciones, “sostienen con generosidad y fe la dignidad de muchos”. Aunque reconoció que estas acciones “son insuficientes frente a la magnitud de la crisis”, subrayó que “siguen siendo signos de esperanza”.
Citando palabras del Papa Francisco pronunciadas poco antes de su fallecimiento, sostuvo que “el amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza”, y afirmó que aunque el mal no ha desaparecido, “ya no tiene dominio sobre quien acoge la gracia de este día”.
Al cerrar su mensaje, hizo un llamado directo al compromiso con los más vulnerables: los pobres, los enfermos, los presos, los jóvenes sin rumbo y los excluidos. “Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad”, remarcó.
Por último, encomendó al pueblo argentino a Jesucristo, “el ancla de nuestra esperanza”, y a la Virgen María, “Madre de la esperanza”. “Hoy le pedimos a Jesucristo, Señor de la historia: danos la alegría de la esperanza que no defrauda. Que descubramos en ella el camino hacia la felicidad, que se realiza en el Amor que no defrauda y del que nada ni nadie podrá separarnos jamás”.
El mensaje, cargado de referencias a la situación actual del país y, especialmente, de la provincia, fue escuchado por las principales autoridades políticas, judiciales y de seguridad de Tucumán. Entre ellas estuvieron presentes el gobernador Osvaldo Jaldo, el senador nacional y exgobernador Juan Manzur, el vicegobernador Miguel Acevedo junto a su esposa Myriam Segura, y la esposa del gobernador, Ana María Grillo.
También asistieron el presidente subrogante de la Legislatura, Sergio Mansilla; las senadoras nacionales Sandra Mendoza y Beatriz Ávila; la diputada nacional Elia Fernández de Mansilla; los diputados nacionales Agustín Fernández, Gladys Medina; y la intendenta de San Miguel de Tucumán, Rossana Chahla.
En representación del Poder Judicial, participó el presidente de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, Daniel Leiva, acompañado por las vocales Claudia Sbdar y Eleonora Rodríguez Campos. También estuvo presente el vocal de la Cámara Federal de Apelaciones, Mario Leal.
Desde el ámbito de las fuerzas de seguridad y defensa, se hicieron presentes el jefe de la Guarnición Militar Ejército Tucumán y director del Liceo Militar General Gregorio Aráoz de Lamadrid, coronel José María Santillán; el jefe de Región IV de Gendarmería Nacional, comandante general Luis María Cané; el jefe de la Agencia Regional Federal NOA de la Policía Federal Argentina, comisario inspector Guillermo Borri; el jefe de la Unidad Regional de Seguridad Aeroportuaria III del Norte, comisionado general Christian Castrichini; el jefe de la Policía de Tucumán, comisario general Joaquín Girvau Olleta; el subjefe, comisario general Rodolfo Yñigo; y el director del Servicio Penitenciario, comisario general retirado Antonio Quinteros. Completaron la asistencia autoridades de la mesa directiva de la Legislatura, legisladores provinciales y el jefe del Escuadrón 55 Tucumán de Gendarmería Nacional, Diego Gauna.