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MENSAJE POLÍTICO EN UN ACTO LITÚRGICO CLAVE

García Cuerva en el Tedeum: “No se construye desde la guerra entre nosotros”

El Arzobispo de Buenos Aires llamó al diálogo y cuestionó la violencia verbal y el odio social, en un fuerte mensaje frente al presidente Javier Milei. Advirtió sobre la exclusión, el narcotráfico y el abandono a los jubilados. El mandatario evitó saludar a Victoria Villarruel, en una ceremonia marcada por la tensión política.

Por Tendencia de noticias

25 may, 2025 01:47 p.m. Actualizado: 25 may, 2025 01:47 p.m. AR
García Cuerva en el Tedeum: “No se construye desde la guerra entre nosotros”

En un 25 de Mayo cargado de simbolismo y tensiones internas en la cúpula del poder, el presidente Javier Milei asistió al tradicional Tedeum en la Catedral Metropolitana acompañado por todo su gabinete y la vicepresidenta Victoria Villarruel. Sin embargo, el momento más potente no provino del Ejecutivo, sino del púlpito: el arzobispo Jorge García Cuerva lanzó un mensaje directo, con un tono crítico y pastoral, que apeló a la unidad, la empatía y el fin de los discursos de odio.


“No se construye desde la guerra entre nosotros”, sostuvo el prelado ante la atenta mirada del mandatario y su equipo. En su homilía, reiteró su preocupación por los sectores más postergados y denunció la creciente agresividad en la vida pública. “Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, la tolerancia, el respeto. Y si se mueren esos valores, se muere el futuro y la esperanza de una Argentina unida”, afirmó.


García Cuerva puso el foco en la situación de “tantos hermanos que la están pasando mal”, en especial jubilados, personas en situación de calle, jóvenes atrapados por el narcotráfico y familias afectadas por la pobreza estructural. “Nuestro país sangra”, dijo, en una metáfora que buscó interpelar más allá de la coyuntura.


El mensaje tuvo también un componente político sutil pero evidente. El Arzobispo hizo alusión al desencanto social frente a las promesas incumplidas, reflejado en la baja participación electoral en la Ciudad de Buenos Aires: “Nos hicieron perder las ganas de participar, de involucrarnos. Pensamos: ‘Nada va a cambiar’”, reflexionó.


Sin nombrarlo directamente, García Cuerva retomó las advertencias del Papa Francisco —a quien Milei llegó a llamar “representante del maligno”, aunque luego limó asperezas— y denunció “el terrorismo de las redes, la difamación, el odio disfrazado de opinión”. En ese sentido, reclamó un “diálogo urgente”, una “cultura del encuentro” y poner freno a la violencia verbal. “Hemos cruzado todos los límites”, sentenció.


La ceremonia fue también el primer encuentro público entre Milei y Villarruel tras meses de distanciamiento político. La frialdad fue evidente: el Presidente no la saludó al ingresar a la Catedral, tampoco estrechó la mano del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, quien quedó con el gesto congelado. Fue el propio arzobispo quien se acercó luego a la vicepresidenta para saludarla afectuosamente.


El contraste con el año anterior, cuando Milei y Villarruel caminaron juntos hacia el Tedeum, fue notorio. Ahora, el mandatario arribó junto a su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, mientras Villarruel ingresaba sola. En el templo, los ministros Luis Petri, Guillermo Francos y el canciller Gerardo Werthein ocuparon la primera fila, en una liturgia donde el protocolo institucional se mezcló con tensiones personales.


A diferencia de 2023, cuando el mandatario viajó a Córdoba para anunciar el fallido Consejo de Mayo, esta vez toda la actividad oficial se concentró en Buenos Aires. Tras la misa, Milei permaneció en Plaza de Mayo para presenciar el tradicional cambio de guardia de los regimientos históricos.


Desde el entorno presidencial aseguraron que la decisión de no trasladarse al interior responde a motivos logísticos y simbólicos. La participación de Villarruel y del gabinete completo fue interpretada como un gesto de institucionalidad, aunque voceros oficiales reconocieron que la relación entre el Presidente y su Vice “sigue siendo distante”.


En un país marcado por la polarización, la homilía de García Cuerva dejó una advertencia y una invitación: “Argentina no está muerta. A veces estamos adormecidos por la indiferencia y el individualismo. Pero todavía podemos despertar”.

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