
Estudiantes de La Plata cumplió con el protocolo exigido por la AFA y recibió a Rosario Central con un pasillo antes del partido, pero lo hizo dando la espalda, en una de las imágenes más fuertes del fútbol argentino en los últimos años. El gesto, pactado previamente entre los jugadores del Pincha y comunicado al plantel rosarino instantes antes del ingreso, buscó dejar en evidencia el malestar por la consagración otorgada al Canalla en una reunión de Comité Ejecutivo que, según el club platense, jamás se votó. La escena recorrió el mundo y sumó otro capítulo a la tensión entre la dirigencia de Estudiantes y la conducción encabezada por Claudio Tapia.
En la cancha, el equipo de Eduardo Domínguez sostuvo su postura simbólica: sin aplaudir, en silencio y esperando a que Ángel Di María y sus compañeros pasaran frente a ellos. El clima se volvió todavía más caliente cuando parte del público canalla respondió con insultos, mientras la AFA exhibía en el estadio el trofeo de “Campeón de Liga”. Tras la caída por 1-0, Di María le bajó el tono a la polémica: aseguró que estaba al tanto de la decisión del rival, remarcó que “cada uno hace lo que quiere” y defendió la validez del título, al que calificó como “merecido” por la campaña anual del equipo de Ariel Holan.

El trasfondo del conflicto se remonta al jueves, cuando Rosario Central recibió la copa en una oficina del edificio de la AFA. La escena, silenciosa y sin debate, fue presentada como una votación unánime pese a que varias instituciones —entre ellas Estudiantes— negaron que se hubiera tratado el tema formalmente. La publicación del acta con apenas tres firmas y la defensa pública de dirigentes cercanos a Tapia, como Pablo Toviggino, avivaron el fuego. Verón, presidente del Pincha, volvió a quedar en el centro de la disputa institucional por su postura crítica hacia la conducción de Viamonte.
La noche terminó con la victoria de Estudiantes por 1-0 y su eliminación posterior, pero el foco estuvo lejos del resultado. El pasillo invertido, las respuestas del capitán canalla, las acusaciones cruzadas entre clubes y la grieta abierta dentro de la AFA dejan un escenario cargado de tensión que promete seguir sumando capítulos. En Rosario, incluso, la polémica derivó en un hecho repudiable: el mural de Di María en el club El Torito apareció vandalizado, reflejo de un clima que excede lo deportivo y expone el impacto que tuvo un título otorgado fuera de la cancha.

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