El sector citrícola de Tucumán, sin dudas, está atravesando uno de sus peores momentos lo que condiciona fuertemente la productividad de cara al nuevo año que se inicia y pone en cuestionamientos si puede seguir siendo considerada como una de las industrias madre de la provincia.
Para confirmar el declive de la citricultura tucumana, basta observar las conclusiones a las que arribó un estudio geoespacial efectuado por investigadores de la Estación Experimental Agropecuaria Famaillá del INTA en el cual se aprecia una significativa disminución del área cultivada durante el período 2017-2024.
Los resultados determinaron que desde el 2017 la producción de cítricos en Tucumán ha mostrado un crecimiento significativo, alcanzando un máximo en 2021 con 51.972 hectáreas. Este incremento es seguido por una disminución en los años posteriores, con una reducción significativa en 2022, 2023 y 2024, donde la superficie cultivada cae a 42.317 hectáreas, volviendo a niveles similares a los de 2017.
"Las cifras muestran una importante disminución de la actividad citrícola con respecto a las tres campañas anteriores", analizaron los autores y explicaron que "las causas de esta disminución podrían estar relacionadas con la caída de rentabilidad que experimentó la actividad durante las tres últimas campañas, precios bajos de la fruta para industria, menores volúmenes exportados de fruta fresca, incremento paulatino de los costos de producción, competencia de otros mercados y contexto socioeconómico nacional e internacional".
Rotación de cultivos
Además, el organismo también puntualizó su análisis demostrando los cambios en el uso y la cobertura de suelo en fincas ubicadas en Burruyacú. Este cultivo situado en el pedemonte, con pendientes entre 1 y 5% ha sido particularmente afectado en este departamento, donde en el 2023 se perdieron 1.641 hectáreas.
Los cambios en el uso y cobertura del suelo, junto con el manejo inadecuado del agua excedente en suelos frágiles, han acelerado la erosión en la región. "El objetivo de este trabajo fue identificar los nuevos usos y cobertura de suelo en las fincas que removieron plantaciones de cítricos durante la campaña 2023, y registrar la superficie en 2024, para establecer bases y evaluar los riesgos de erosión", señalaron los investigadores.
En la campaña 2024, Burruyacú registró 14.954 ha cultivadas con citrus, 484 ha menos que en la campaña anterior. Del área reducida en 2023 se determinó que el 45% se destinó a la producción de caña de azúcar, 20% a soja, 15% quedó como suelo desnudo y 20% a nuevas plantaciones de frutales, aunque no se pudo diferenciar si corresponden a palta, naranja o limón. "Burruyacú presenta un cambio de cobertura de suelo, de un sistema agrícola a otro, sin una expansión urbana significativa, como la observada en otras zonas de la provincia", finalizaron desde el INTA Famaillá.