El grupo de argentinos deportados por la administración de Donald Trump llegó este jueves de madrugada al aeropuerto de Ezeiza en un vuelo especial de Omni Air International. Entre ellos se encontraba Mario Robles, un joven de 25 años que vivía en México y que fue detenido cuando intentaba cruzar a San Antonio, Texas.
“Me agarraron a diez minutos de llegar. No somos criminales, no matamos ni violamos. Fuimos por el sueño americano solamente”, relató Robles. Según contó, estuvo detenido durante dos días y destacó el papel de la Cancillería argentina para acelerar su regreso: “Si no fuese por ellos, habría estado dos años preso”.
El joven explicó que durante su detención pudo comunicarse con su familia a través de una tablet. “En México están mi esposa y mi hija, que son lo que más amo en este mundo. Ahora solo quiero estar con ellos”, expresó, aunque admitió que recibió un impedimento de cinco años para ingresar nuevamente a Estados Unidos.
Por su parte, el embajador argentino en Washington, Oxenford, señaló que los ciudadanos expulsados “violaron las leyes estadounidenses” y remarcó que la deportación es una potestad soberana de cada país. Además, subrayó que “en todo el proceso no hubo incidentes” y que la embajada asistió a los argentinos en cada instancia.