
Si algo escasea en la política argentina es la estabilidad. En menos de una semana, todo lo que parecía de una forma puede ser de otra sin mayores rodeos. Van dos ejemplos concretos de lo que sucedió en Tucumán. Hasta antes de las elecciones, en el oficialismo la unidad táctica mantenía a todos a raya. Y en el caso de la oposición, La Libertad Avanza pasó de celebrar la obtención de dos bancas que nunca imaginó a experimentar la angustia de la orfandad.
Dos días antes de la votación, en el peronismo provincial implosionó la interna. En particular, el tiroteo arrancó por donde se especulaba, en San Miguel de Tucumán. La viralización de supuestos chats -negados por la Intendencia- en los que se ponía de manifiesto el poco interés del municipio en el desenlace de la elección bastaron para activar la temporada de reproches. Casi en paralelo, dirigentes de sectores no jaldistas arrancaron con menos pudor que los días previos el operativo empate. Esto era, evitar a cualquier precio que el gobernador Osvaldo Jaldo pudiera festejar el domingo por la noche un triunfo rutilante, obteniendo tres de las cuatro bancas. El motivo era claro: no empoderar al mandatario para el segundo tramo de la gestión.
Casualidad del destino o no, lo concreto es que las urnas reflejaron ese empate técnico que deseaban los oficialistas no jaldistas. En votos, Jaldo obtuvo una de las victorias más contundentes del país, con más de 15% de diferencia por sobre la lista libertaria. Sin embargo, en su entorno quedó la sensación de que la tercera banca era factible: se esfumó por alrededor de 20.000 votos.
En público, el líder del frente Tucumán Primero atribuyó ese reparto equitativo al derrumbe del resto de la oposición; en particular de Roberto Sánchez. Es cierto que La Libertad Avanza logró aglutinar las simpatías del arco antiperonista, llegando incluso a niveles de votos pico para la oposición en la provincia. Pero también es un hecho en el justicialismo hubo quienes optaron por jugar más relajados el partido. Y eso no es una interpretación, sino que son posturas admitidas por muchos peronistas, a los que el 2 a 2 le parecía más sensato para el equilibrio de poder.
Así como en público cuidó las formas, en privado hubo otro tono y otro pedido del gobernador. El martes, Jaldo se reunió con su compañero de fórmula, Miguel Acevedo, con el presidente subrogante de la Cámara, Sergio Mansilla; y con el ministro del Interior, Darío Monteros. La imagen difundida se acompañó con un texto alusivo a los dos años de gestión, pero en ese encuentro se acordó revisar los números obtenidos el domingo en cada municipio del interior, así como un punteo de lo que aconteció en los barrios de la Capital. El escrutinio definitivo, que se difundió justo el día de Halloween, desató una noche de brujas que probablemente se repita en el tiempo.
Paciencia al límite
La primera mirada, como era previsible, se posó sobre San Miguel de Tucumán. De los 47 circuitos en los que se divide electoralmente el departamento: el Gobierno triunfó en apenas 19 circunscripciones, mientras que la Libertad Avanza lo hizo en 28. Es decir, la veintena de referentes territoriales capitalinos, así como los aliados Libres del Sur y Partido de la Justicia Social, quedaron bajo análisis.
La diferencia en favor de los libertarios fue de unos 12.000 votos en la sección que reúne al 41% de los votantes tucumanos. En cualquier otro contexto, el número hubiese sido festejado. Pero la Casa de Gobierno optó por apuntar a la intendenta Rossana Chahla. Nada más previsible que ocurriera. En el chahlismo se escudaron y negaron haber jugado. La propia intendenta se puso al frente de la defensa para desmentir las versiones. “La Capital históricamente fue adversa al peronismo. En otras elecciones llegamos a tener una diferencia del 15%, y ahora fue del 3%. Eso habla de un camino, de una gestión que la gente está viendo y valorando”, señaló en una entrevista con El Ocho TV.

Como anécdota quedará el insólito posteo del presidente del Ente Tucumán Turismo, Domingo Amaya y las réplicas chahlistas. Pero lo cierto es que la relación entre la Casa de Gobierno y la Municipalidad es cada vez más tirante. Chahla dijo en esa misma entrevista que “hoy” apoya el proyecto político del gobernador, y considera que los planteos de 25 de Mayo y San Martín son injustos.
En el medio se entrelazan la desconfianza mutua y los asuntos de gestión. Por ejemplo, los cruces recurrentes con la Sociedad Aguas del Tucumán. También, algo que no se hizo público: la deuda que acumula la Provincia con el Consorcio Metropolitano para la Gestión de los Residuos Sólidos Urbanos, que lidera la Capital pero que tiene socios a sus pares del Gran San Miguel de Tucumán. Si bien el viernes salió un pago de unos $ 400 millones del Palacio Gubernamental, desde diciembre de 2024 hay una deuda acumulada de unos $ 3.000 millones. Se trata de los montos que deben aportar los municipios del interior miembros del Consorcio (adeudan unos $ 1.600 millones), las comunas ($ 928 millones) y la Secretaría de Medio Ambiente ($ 533,5 millones).
Quienes conocen a la intendenta advierten que el nivel de tolerancia está próximo a agotarse, y que no tiene mucho sentido, para ninguna de las dos partes, que se siga tensando la cuerda. Porque puede que después sea demasiado tarde.
Zoom ampliado por el interior
Aunque la primera mirada, por peso específico, se centró en lo sucedido dentro de San Miguel de Tucumán, con los datos oficiales se comenzaron a revisar los números por comuna y por municipio.

La primera conclusión a la que se llegó en el Ministerio del Interior es que las 93 comunas apuntalaron la victoria. Allí donde vota el 26% del padrón, el triunfo del oficialismo fue apabullante. En cuanto al global por departamentos, hubo dos con resultados más reñidos: Lules, Tafí Viejo y Famaillá. Pero cuando se amplió el zoom sobre los municipios que componen esos departamentos, hubo sorpresas. En la ciudad de Tafí Viejo, por ejemplo, la victoria de Tucumán Primero se dio por unos 700 votos. Esa Municipalidad es conducida por Alejandra Rodríguez, esposa del diputado electo Javier Noguera. En San Isidro de Lules y en Las Talitas, por caso, hubo 2.000 y 3.000 votos de distancia, respectivamente.
Otra situación que llamó la atención en las últimas horas fue lo acontecido en Tafí del Valle. Ese departamento no llegó a ser foco de la campaña libertaria y ni siquiera tenía un dirigente visible; sin embargo la lista liderada por Federico Pelli obtuvo unos 1.800 votos.
Precisamente, Pelli es uno de los dirigentes libertarios que debe estar reflexionando por estas horas sobre la imprevisibilidad de la política en Argentina. Hasta hace dos meses no figuraba en el radar como cabeza de lista, pero la deserción de Lisandro Catalán le abrió el camino. El presidente de LLA en Tucumán es otro de los que puede dar fe de la inestabilidad. Pasó ser potencial diputado electo a ministro del Interior y responsable del diálogo con los gobernadores. Y ahora, desempleado; una posición incompatible con su cargo de conducción libertaria en esta provincia.
Desde el lunes, los diputados Pelli, Soledad Molinuevo y Gerardo Huesen comenzarán a preguntarle a otra persona de la Casa Rosada cómo tienen que actuar en sus bancas. No en vano LLA suspendió la conferencia de prensa que Catalán iba a brindar el viernes con los diputados electos. Es la imagen más nítida que deja esta Argentina eléctrica, en la que nada puede darse por sentado. Aunque parezca seguro.