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LEGISLATIVAS NACIONALES

Una elección que dejó más dudas que certezas

Por Francisco Nieva.- Transcurridos seis días desde los comicios en los que los tucumanos eligieron cuatro representantes para la Cámara de Diputados de la Nación, el nuevo mapa político de la provincia obliga a repensar estrategias para el futuro, tanto al oficialismo como a la oposición.

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31 oct, 2025 02:18 p. m. Actualizado: 01 nov, 2025 08:48 a. m. AR
Una elección que dejó más dudas que certezas

Por Francisco Nieva.- Ya pasaron seis días desde los comicios intermedios, en los cuales Tucumán eligió representantes para la Cámara de Diputados de la Nación. Fueron unas elecciones atípicas, con particularidades propias y una fuerte repercusión a nivel local. El análisis de los datos del escrutinio deja más interrogantes que certezas, no solo para el espacio del Partido Justicialista, que se presentó bajo el sello Tucumán Primero, sino también para la oposición al oficialismo provincial.


Tucumán Primero fue el nombre elegido por el peronismo local para competir en esta contienda electoral, evocando casi un mantra y una filosofía política impuesta por el gobernador Osvaldo Jaldo. La elección de ese nombre no fue casual: está íntimamente ligada al modo en que el mandatario provincial construyó su relación institucional con el presidente Javier Milei.


En una posición incómoda allá por 2023, Jaldo optó por ubicarse entre los gobernadores “dialoguistas” con la Nación, respaldando legislativamente al Gobierno nacional a cambio de recursos y obras para la provincia.


Si bien ese acercamiento con la Casa Rosada le permitió obtener, al menos en parte, lo que se anhelaba desde 25 de Mayo y San Martín, también le costó reproches internos que reavivaron viejas tensiones de 2021 y marcaron distanciamientos dentro del peronismo.


A esas voces disonantes, diálogos cruzados y fricciones internas, Jaldo sumó la creación de su propio bloque legislativo en la Cámara de Diputados, el bloque Independencia, en su afán de mantener abierto el canal de diálogo con el presidente y sus ministros. Ya en 2025, pese a las críticas, algunas derivadas incluso en conflictos institucionales, como la salida y el regreso de Tafí Viejo al pacto fiscal, el peronismo logró sostener una unidad, aunque resentida.


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Otro episodio relevante se dio cuando Jaldo ofreció a la intendenta Rossana Chahla integrar la lista del espacio, y ella rechazó la propuesta. La jefa municipal argumentó que no sería candidata testimonial porque esas prácticas no se correspondían con sus principios y valores. En Casa de Gobierno, la negativa cayó mal.



Tras superar esas turbulencias internas, el gobernador decidió encabezar la lista, aunque de manera testimonial, con la premisa de plebiscitar su gestión y consolidar su liderazgo bajo el sello Tucumán Primero.


Dos días después de los comicios, en una entrevista televisiva, reconoció: “En elecciones anteriores quienes tenían que salir de diputados nacionales eran el número dos o el número tres”. Y añadió que puso en riesgo su propia gestión, porque si perdía, su figura quedaba debilitada, aun cuando le restan dos años de mandato. De alguna manera, dejó entrever desagrado por el no acompañamiento pero se erigió como un ganador por haber competido y haber ganado, incluso teniendo uno de los mejores, pocos, resultados favorables para el peronismo a nivel nacional.


El voto capitalino, una alerta para el oficialismo


Aunque el peronismo obtuvo el 50,57% de los votos (524.057 electores), el resultado en la Capital encendió alarmas: el oficialismo perdió por casi cuatro puntos frente a La Libertad Avanza, que presentó a dos “outsiders” de la política, Federico Pelli y Soledad Molinuevo.


La derrota capitalina derivó en reclamos internos, incluso por parte de la hermana del gobernador, dirigidos contra Chahla la misma noche del domingo. En el entorno de Jaldo sostienen que algunos dirigentes, incluida la propia intendenta, no se comprometieron del todo con la campaña y que eso se tradujo en una banca menos para el peronismo. Al analizar los circuitos electorales, los números refuerzan esa hipótesis: en varios bastiones históricos del PJ, el voto se desmoronó y no fue el esperado. Dirigentes de peso, quedaron en la mira tras las elecciones.


Más allá de eventuales desidias individuales, o de falta de apoyo de propios, el peronismo tucumano arrastra una deuda estructural con la renovación de sus cuadros políticos. Elección tras elección, buena parte del electorado percibe que siempre están “las mismas caras de siempre”. Mientras otros espacios ensayan figuras nuevas, el PJ parece aferrado a sus apellidos clásicos.


Ese inmovilismo pesa. Y se vuelve más visible frente al fenómeno Milei y la irrupción de La Libertad Avanza, que obliga a todos los partidos tradicionales a repensar sus estrategias y sus candidatos también.


La campaña peronista se apoyó casi exclusivamente en el lema “frenar a Milei”, buscando empatizar con sectores sensibles, jubilados, personas con discapacidad, trabajadores del Garrahan, la comunidad universitaria, pero sin lograr adhesión masiva de estas causas.


El resultado dejó expuesto un problema que trasciende lo provincial: el justicialismo todavía no encuentra ni su público ni su discurso. Ganó la elección, sí, pero perdió en la capital, perdió en Yerba Buena y cedió una banca. La victoria, en este caso, no alcanzó para celebrar sin reservas.


La oposición: entre la sonrisa libertaria y la desilusión radical


Del otro lado del mapa político, la oposición también quedó ante un escenario abierto. La Libertad Avanza fue la gran sorpresa de la jornada. Ni siquiera en su propio búnker esperaban que el espacio lograra colocar dos diputados en el Congreso: hasta el domingo por la tarde, creían que solo Pelli ingresaría.


Con los primeros cómputos oficiales, las sonrisas se multiplicaron. La Libertad Avanza ganó en San Miguel de Tucumán y en Yerba Buena. En esta última, el resultado era previsible; en la capital, no tanto. La tendencia cambió cuando, pasadas las 21 del domingo, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, difundió los resultados provisorios.


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Así, el espacio libertario se consolidó como segunda fuerza provincial, con el 35,12% de los votos (363.885 electores). La campaña, fuertemente nacionalizada, giró en torno a la figura de Milei, omnipresente en los afiches, por encima de los propios candidatos. La estrategia a la postre, funcionó. Sin embargo, el entusiasmo libertario convive con una advertencia: la elección fue legislativa y su éxito no garantiza una proyección automática hacia 2027. Falta tiempo, y dependerá de cómo se reorganicen los bloques opositores y de si logran construir una estructura sólida en el territorio.


Muy distinto fue el panorama de Unidos por Tucumán, la alianza encabezada por el radical Roberto Sánchez y Micaela Viña. Con una campaña desdibujada, sin narrativa clara ni presencia sostenida, el espacio sufrió un revés contundente: apenas el 8,10% de los votos (83.926 electores). Los sondeos previos les asignaban al menos un 12%, cifra que nunca se materializó.


En el búnker radical atribuyeron el fracaso al “miedo kuka” y a la polarización, pero lo cierto es que la campaña fue casi testimonial. Ni siquiera el respaldo de Franja Morada logró traccionar votos jóvenes: el electorado juvenil, cada vez más escéptico de la política, tampoco habla a través de las agrupaciones políticas estudiantiles. Una clara mal estrategia. A eso se sumó la crisis interna de la UCR tucumana, atrapada en disputas por el control partidario y sin liderazgos firmes. Los intendentes y referentes locales acompañaron con declaraciones tibias, sin comprometerse abiertamente. El resultado fue un radicalismo apagado, sin norte y con un candidato, Sánchez, que quedó aislado en el tramo final.


Un tablero en transición


Los comicios dejaron un mensaje que atraviesa a todos: el escenario político tucumano está en mutación. Jaldo ganó, pero con alertas encendidas. Milei creció, pero sin estructura. Y la oposición tradicional atraviesa una crisis que va más allá de los porcentajes. En tiempos de polarización nacional y de desgaste de las marcas partidarias, el desafío de todos los espacios será el mismo: reconstruir confianza, discurso y rumbo antes de que llegue el próximo turno electoral.

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