El reciente anuncio del expresidente estadounidense Donald Trump sobre su propio smartphone, el T1 Phone, generó revuelo tanto en la escena tecnológica como política. En su lanzamiento, el equipo fue presentado como un producto 100% fabricado en Estados Unidos, una declaración cargada de simbolismo nacionalista y alineada con su postura proteccionista frente a los productos importados. Sin embargo, a pocos días de esa promesa, el proyecto dio marcha atrás: el sitio oficial eliminó toda mención a una fabricación completamente local.
Según detalló The Verge, Trump Mobile, la compañía detrás del dispositivo, reemplazó el eslogan original “Hecho en EE.UU.” por una frase más ambigua:
“Orgullosamente estadounidense. Diseñado con valores americanos”.
Aunque aseguran que “hay manos estadounidenses detrás de cada dispositivo”, ya no afirman que el ensamblado ni los componentes sean enteramente nacionales. A la par de ese cambio simbólico, también se modificaron varias características técnicas: la pantalla, anunciada como de 6,78 pulgadas, ahora figura como de 6,25, y las dudas sobre su memoria RAM (12 GB) crecen. El lanzamiento, que se esperaba para septiembre, ahora fue aplazado “para finales de este año”.
El giro parece estar relacionado con complicaciones en la cadena de suministros y la dificultad de fabricar smartphones de alta gama sin depender de proveedores internacionales. En un contexto de tensiones comerciales y disputas por aranceles, la administración Trump había apostado por este producto como una declaración ideológica. Sin embargo, las restricciones del mercado tech y la necesidad de cumplir con plazos parecen haber obligado a modificar el enfoque. El teléfono, con su distintiva carcasa dorada y la letra “T” grabada, sigue en pie; pero el “orgullo nacional” ahora viene acompañado de componentes internacionales.