El Día de la Pachamama se celebra cada 1 de agosto en comunidades originarias de los Andes y en ciudades de todo el continente. La jornada más importante para la cosmovisión andina honra a la Madre Tierra a través de rituales ancestrales que incluyen alimentos, bebidas, palabras sagradas y la tradicional caña con ruda. La ceremonia, de profundo significado espiritual, también funciona como una advertencia: la Tierra ya no puede sostener más desequilibrio.
Este año, en San Miguel de Tucumán, la comunidad tendrá la oportunidad de vivir esta conexión ancestral de manera presencial: el viernes 2 de agosto desde las 9.30 se realizará una celebración en el Parque 9 de Julio, con ofrendas, sahumos y coplas que honrarán a la Pachamama. La ceremonia estará guiada por la sacerdotisa andina Rosario de Jesús Rodríguez, conocida como Amankay, acompañada por un grupo de sahumadoras, copleras y el profesor José Luis Cala, quien junto a sus alumnos de la Escuela de Educación por el Arte presentará un repertorio andino interpretado con instrumentos musicales autóctonos, para intensificar el vínculo espiritual con la Tierra.
La celebración tiene raíces en la cultura incaica, donde la Pachamama, palabra que en quechua significa “madre Tierra”, es una diosa femenina vinculada a la fertilidad y la abundancia. Cada 1° de agosto, miles de familias del noroeste argentino y la región andina se congregan para agradecer por los frutos recibidos: la salud, los alimentos, la protección y el trabajo. Las ofrendas suelen colocarse en una olla de barro, con elementos como hojas de coca, comidas cocinadas, chicha, vino, cigarrillos y tabaco, que luego se entierran para renovar el ciclo de la vida y pedir prosperidad y bienestar.
Uno de los gestos más populares de este día es el consumo de caña con ruda, una bebida elaborada con caña de azúcar destilada y hojas de ruda, planta considerada protectora y curativa. Se toma en ayunas y en tres sorbos, como forma de alejar las malas energías y proteger el cuerpo y el espíritu. La práctica, de origen guaraní, se ha expandido por todo el país. Celebrar a la Pachamama no es solo un rito: es también un acto de conciencia ambiental, de conexión con la tierra y de revalorización cultural. Agosto se convierte en un mes para agradecer, pedir y recordar que la Tierra no es un recurso, sino un ser que nos sostiene.