“Fue mucho más que un lugar para ir a bailar”. Así lo describió el creador y el impulsor de este este espacio que funcionó durante más de una década. Ubicado en La Rioja 219, en pleno corazón de San Miguel de Tucumán, el centro cultural Santos Discépolo se despidió este domingo, bajando sus persianas en forma definitiva. El cierre, que despertó una oleada de mensajes emotivos por parte de la comunidad, fue tal como lo pensaron sus impulsores.
El arte, el activismo, la diversidad, el glitter, la militancia, la comida casera y el deseo de bailar hasta el amanecer se hicieron presentes este último fin de semana para dar el cierre a un ciclo. El sábado hicieron el último baile en la casita de barrio sur, mientras que este 25 de mayo, celebraron la Revolución de Mayo con un locro criollo gratuito y bandas de músicos amigos que quisieron ser parte de la historia de este "antro cosmopolita".
En diálogo con Tendencia de Noticias, Julio Cesar Rasuk, conocido como "Turko", contó que Santos Discépolo nació como un proyecto independiente, pero con el tiempo se transformó en un verdadero espacio de contención. Por allí pasaron jubilados que encontraban desayunos sociales, personas en situación de calle que hallaban un plato caliente y un techo, y pacientes que accedían a terapias gratuitas cuando el sistema les daba la espalda. También fue escenario para bandas emergentes, feria para emprendedores y espacio de celebración colectiva.
“Me he recibido comiendo en ese comedor”, “me pagaron la terapia cuando no podía” o “encontré un lugar donde dormir” son apenas algunas de las historias que comenzaron a multiplicarse, tras la despedida.
Durante la pandemia, Santos Discépolo redobló su compromiso: desde ollas populares hasta asistencia psicológica gratuita. Supo ser vanguardia en la noche tucumana, cuando mezcló bandas en vivo con fiestas donde el punk y la cumbia convivían en armonía. “¡Era una locura hermosa!”, exclamó Rasuk.
Comentó que durante casi once años, la autogestión fue la base. Nunca contaron con apoyo político ni financiamiento institucional. Todo lo hicieron con recursos propios, con organización, con esfuerzo y con un fuerte compromiso comunitario. Resistieron crisis, clausuras, desalojos, y aun así no dejaron de acompañar a quienes más lo necesitaban.
"Los últimos tiempos se tornaron insostenibles. El lugar, cada vez más reducido, ya no permitía seguir adelante con las actividades. Los costos de alquiler se dispararon y se perdieron espacios clave que habían permitido albergar hasta 1.300 personas en sus mejores momentos. El desgaste físico y emocional también pesó. En 2024, por primera vez, no se logró realizar ninguna de las actividades sociales que caracterizaban al lugar", explicó Rasuk.
“Hoy cerramos más que nada, por desgaste y porque el lugar ya no alcanza", remarcó, aunque aclaró que "no es solo por la crisis, sino también por la coyuntura nacional que terminó de asfixiar lo que venía sosteniéndose a pura voluntad".
En este sentido, sostuvo que a pesar del cierre, la huella de Santos Discépolo permanece. "Son incontables los testimonios de quienes pasaron por allí y vieron transformadas sus vidas. Jóvenes que se recibieron gracias al apoyo que recibieron, familias que encontraron contención en momentos críticos, artistas que hallaron su primera oportunidad".
En tiempos difíciles, donde los espacios de contención escasean, lo vivido en Santos Discépolo queda como testimonio de lo que puede lograr una comunidad organizada. Un ejemplo de resistencia cultural y amor colectivo que, aunque hoy se detiene, promete volver a florecer.
En medio del dolor de la despedida, también aparece la semilla de un nuevo comienzo. Quienes estuvieron al frente del proyecto no descartan volver a abrir otro espacio. Tal vez no con el mismo nombre, pero con la misma convicción de siempre: la de estar junto a la gente, sobre todo en los momentos más duros.
“Esto no fue una derrota”, aseguró Rasuk, el artífice de todo este movimiento. "Es solo una pausa. Porque lo sembrado" —afirmó— "seguirá creciendo en cada persona que alguna vez encontró en Santos Discépolo mucho más que un lugar".
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