Un análisis del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) proyecta un panorama sombrío para la industria del biodiésel en Argentina durante 2025, marcada por una producción estancada, exportaciones en declive y una capacidad instalada subutilizada. La falta de impulso político y las limitaciones impuestas por la legislación actual son los principales obstáculos para el desarrollo de un sector que, a diferencia de lo que ocurre en potencias agroindustriales como Brasil y EE.UU., no logra despegar.
El informe destaca que la producción de biodiésel en 2025 alcanzaría los 1.225 millones de litros, un 7% menos que en 2024, lo que representa el segundo volumen más bajo en una década. “A pesar de proyectar un consumo interno estable, se pronostica que la producción de biodiésel en 2025 será de 1.225 millones de litros, un 7% inferior a la de 2024, debido a la disminución prevista de las exportaciones. Este sería el segundo volumen de producción más bajo de la última década, lo que genera una alta capacidad ociosa”, señala el documento. Además, la utilización de la capacidad instalada apenas llegaría al 30%, reflejando un sector al borde del colapso.
Las exportaciones, que entre 2016 y 2019 promediaron 1.600 millones de litros anuales, se desplomaron a la mitad entre 2020 y 2025 debido a restricciones en mercados clave como Estados Unidos. Para 2025, el USDA estima que las exportaciones argentinas de biodiésel caerán a 340 millones de litros, el nivel más bajo desde 2007. “Los referentes locales creen que el volumen final podría ser incluso menor. Las exportaciones de biodiésel en el primer semestre de 2025 fueron muy bajas, con 35 millones de litros enviados a Bélgica. Los envíos de julio totalizaron 68 millones de litros a los Países Bajos, y se espera un volumen similar adicional entre agosto y septiembre”, indica el informe. Actualmente, los mercados de exportación se limitan a la Unión Europea, el Reino Unido y Canadá, con una cuota anual de 1,2 millones de toneladas para Europa.
En el mercado interno, el consumo de biodiésel se mantendría en 880 millones de litros en 2025, con una tasa de mezcla promedio del 6,6%, por debajo del 7,5% exigido por la normativa vigente. Esta resistencia al aumento del corte obligatorio proviene, según el USDA, de los distribuidores de combustible, que consideran al biodiésel más costoso que el diésel fósil, y de algunos funcionarios que argumentan que su uso reduce la recaudación fiscal. “El mandato oficial sobre el corte de biodiésel enfrenta una fuerte oposición, en particular por parte de los distribuidores locales de combustible, que argumentan que el biodiésel es más caro que el diésel fósil, y de algunos funcionarios gubernamentales, que sostienen que reduce la recaudación fiscal”, explica el informe. A esto se suma la oposición de algunos fabricantes de vehículos locales, que temen daños en los motores y posibles reclamos de garantía con mezclas superiores al 10%, aunque el USDA aclara que “las pruebas realizadas por fabricantes de automóviles e instituciones en los últimos años, utilizando mezclas superiores a la tasa obligatoria en diversas condiciones de operación, generalmente no han mostrado efectos adversos”.
El documento también subraya los beneficios económicos y ambientales del biodiésel que no están siendo aprovechados. Aumentar el corte obligatorio reduciría la necesidad de importar gasoil, ahorrando divisas, y mejoraría los precios FOB del aceite de soja, lo que podría incrementar la recaudación fiscal a pesar de la menor exportación de este producto, gravado con una alícuota del 24,5%. “Tanto el diésel como el biodiésel nacionales son de alta calidad y no se han reportado problemas, ni siquiera en invierno, ya que el biodiésel se produce casi en su totalidad a partir de aceite de soja”, destaca el USDA.
Por otro lado, el informe compara la situación argentina con la de Brasil, donde la industria automotriz, integrada con la argentina, opera sin inconvenientes con un corte obligatorio de biodiésel del 15%. Esto pone en evidencia la falta de avances en políticas que promuevan el sector en Argentina, que enfrenta no solo restricciones externas, sino también una falta de voluntad política para implementar reformas que impulsen la producción y el uso de biocombustibles.