La noche de Copa Sudamericana en Avellaneda terminó en escándalo. El partido entre Independiente y Universidad de Chile, correspondiente a la vuelta de los octavos de final, debió ser suspendido en el estadio Libertadores de América-Ricardo Bochini por graves incidentes en las tribunas. El marcador estaba 1-1 cuando el árbitro Gustavo Tejera decidió interrumpirlo definitivamente, luego de una seguidilla de hechos violentos que pusieron en riesgo a jugadores e hinchas.
En lo futbolístico, el encuentro había comenzado intenso. El conjunto chileno abrió el marcador a los 11 minutos con un tanto de Lucas Assadi, mientras que el Rojo reaccionó y logró igualar a través de Santiago Montiel antes de la media hora. Ese resultado le daba vida a los dirigidos por Julio Vaccari, que necesitaban un gol más para forzar los penales. Sin embargo, la tensión en las tribunas se trasladó al campo de juego y todo quedó en un segundo plano.
Durante el entretiempo comenzaron los disturbios en la zona visitante, desde donde algunos simpatizantes de la U lanzaron butacas y proyectiles hacia los hinchas locales. A pesar de los reiterados llamados por altoparlantes, la situación se agravó y la policía intervino sin éxito. Cuando se reinició el complemento, apenas dos minutos después el árbitro volvió a detener el juego al observar invasión de campo y heridos en las tribunas.
Lejos de calmarse, la violencia escaló. Desde el sector visitante se arrojó una bomba de estruendo y parte de la barra disidente de Independiente irrumpió en la tribuna superior para enfrentar a los hinchas chilenos. La tensión derivó en escenas de caos con corridas, golpes y hasta personas que intentaron escapar saltando desde la altura. Ante la falta de garantías, los jugadores se refugiaron en vestuarios y no volvieron al campo.
Finalmente, Conmebol confirmó la cancelación del partido y derivó el caso a su Comisión Disciplinaria. El ganador de la serie debía enfrentarse a Alianza Lima en cuartos de final, pero ahora todo queda en suspenso a la espera de las sanciones. Mientras tanto, desde Independiente responsabilizaron al público visitante, la policía reportó más de 300 detenidos y la imagen del fútbol sudamericano volvió a quedar golpeada por la violencia.
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