A diez años del primer grito de “Ni Una Menos”, que marcó un antes y un después en la lucha contra la violencia machista en Argentina, el movimiento volverá a marchar este miércoles 4 de junio frente al Congreso. Pero esta vez, el reclamo no se limita a denunciar los femicidios: se entrelazara con otras luchas urgentes, como la defensa de la salud pública, la ciencia, las universidades y los derechos de los jubilados y migrantes. La fecha elegida, distinta al habitual 3 de junio, fue definida para confluir con las demandas de sectores postergados que también enfrentan formas de violencia estatal.
La convocatoria se presenta como una jornada de lucha colectiva. Habrá pañuelos violetas, pero también carteles de trabajadores del Garrahan, del CONICET, y de jubilados que denuncian haberes de miseria. Desde la organización explicaron que “unir las luchas es la tarea”, y que hoy, frente al ajuste y la crueldad institucional, no alcanza con denunciar solo la violencia de género, sino también la violencia económica y social que la profundiza.
Desde aquel primer llamado en 2015, luego del femicidio de Chiara Páez, el movimiento Ni Una Menos se convirtió en un símbolo de resistencia y memoria. Sin embargo, las cifras no mejoran: en lo que va de 2025, se registra un femicidio cada 28 horas. Frente a ese dolor persistente, la consigna sigue firme: “Vivas, libres y con derechos nos queremos”.