Tensión en Boca: Riquelme desarma el Consejo de Fútbol y marca el rumbo con Delgado al mando

En el marco de una profunda crisis deportiva e institucional, Juan Román Riquelme tomó una decisión que sacude los cimientos del club: se terminó el ciclo del Consejo de Fútbol en Boca. La dirigencia confirmó oficialmente las salidas de Mauricio Serna y Raúl Cascini, quienes decidieron dar un paso al costado. El único que permanecerá en funciones es Marcelo Delgado, quien asumirá un rol más abarcativo como nexo directo entre el plantel y la dirigencia.

La ruptura del órgano que manejaba el fútbol profesional xeneize representa un cambio rotundo en el estilo de conducción de Riquelme, quien por primera vez en su mandato rompe con el núcleo duro que lo acompañó desde su llegada a la dirigencia. La explicación oficial es clara: los resultados no acompañaron y era necesario un golpe de timón. La derrota con Huracán fue el detonante para el alejamiento de Serna y Cascini, cuyas renuncias fueron aceptadas y luego anunciadas públicamente por el club.

El Consejo, alguna vez símbolo de la gestión Riquelme, venía siendo blanco de fuertes críticas por parte de los hinchas, quienes cuestionaban las decisiones deportivas, la falta de autocrítica y los manejos internos. Si bien el club agradeció los seis títulos obtenidos y el trabajo en las divisiones juveniles, la imagen del Consejo estaba completamente desgastada. La situación actual del equipo, con once partidos sin victorias, aceleró los tiempos de una decisión que muchos ya daban por hecha.

Ahora, Delgado será quien concentre todas las tareas mientras se define la nueva estructura del fútbol profesional. Riquelme evalúa sumar un manager o una secretaría técnica, y entre los nombres que surgieron como posibles refuerzos para ese sector aparecen figuras como Carlos Navarro Montoya o incluso José Pekerman. La idea es reconstruir la gestión futbolística con un perfil más definido, pero sin perder el control desde la presidencia.

Más allá de los nombres que puedan llegar, los desafíos son múltiples y urgentes: definir el futuro de Miguel Russo, resolver la situación de jugadores marginados como Marcos Rojo o Saracchi, y decidir si se reabre el mercado de pases. Boca atraviesa su peor momento deportivo en décadas, y Riquelme lo sabe. Por eso, eligió romper con el pasado inmediato para intentar reencauzar el rumbo del club.