El presidente de la AFA participó de un evento en el club privado de Trump

Claudio Tapia sumó un nuevo capítulo a su gira por Estados Unidos tras el sorteo del Mundial 2026. Luego de su paso por Washington D.C., donde la Selección conoció a sus rivales, el presidente de la AFA se trasladó a Florida para asistir a un homenaje al activista conservador Charlie Kirk en el exclusivo complejo Mar-a-Lago, propiedad de Donald Trump. Tapia compartió imágenes del encuentro en su cuenta de X y expresó su agradecimiento por la invitación, dejando en claro su presencia en un evento cargado de simbolismo político.

La figura de Kirk, asesinado en septiembre durante una conferencia en Utah Valley University, volvió a reunir a referentes del ala conservadora estadounidense. Aunque Javier Milei había estado presente en otras ceremonias en su memoria, esta vez decidió no viajar, en medio de tensiones crecientes entre el Gobierno y la conducción del fútbol argentino. La ausencia del mandatario se dio días después de que cancelara su participación en el sorteo mundialista, decisión que desde Casa Rosada vinculaban con recientes medidas adoptadas por la AFA.

La cena en Mar-a-Lago también dejó otro dato relevante: el rol de Félix Lasarte, abogado cercano al entorno de Trump y anfitrión del sanjuanino en la velada. Su presencia reforzó la lectura política del encuentro, ya que el propio Lasarte integra espacios de asesoramiento estratégico dentro del gobierno estadounidense. Medios especializados incluso mencionaron que del diálogo entre ambos habría surgido una invitación para que Tapia visite la Casa Blanca antes del comienzo del Mundial.

La aparición del titular de la AFA en un ámbito tan ligado al trumpismo llega en plena disputa con la administración Milei, que en las últimas semanas intensificó sus críticas por decisiones arbitrales, sanciones disciplinarias y el controvertido reconocimiento a Rosario Central. En este escenario de fricciones internas y señales cruzadas en el plano internacional, la presencia de Tapia en Florida se interpretó como un gesto político que buscó dejar en claro que la entidad del fútbol argentino mantiene su propio canal de diálogo con Washington, aun cuando el Gobierno nacional optó por correrse de la escena.