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PATRONO DEL PAN Y DEL TRABAJO

¿Por qué se celebra San Cayetano cada 7 de agosto?

Cada 7 de agosto, miles de fieles se acercan al santuario de Liniers y otros templos del país para pedir trabajo y agradecer los favores recibidos. La devoción a San Cayetano, que nació en Italia, tomó un sentido especial en Argentina durante la crisis de 1930.

Por Tendencia de noticias

07 ago, 2025 07:43 a. m. Actualizado: 07 ago, 2025 07:43 a. m. AR
¿Por qué se celebra San Cayetano cada 7 de agosto?

FOTO: LA NACIÓN

Cada 7 de agosto, miles de fieles se congregan en santuarios de todo el país para rendir homenaje a San Cayetano, patrono del pan y del trabajo. En Argentina, el principal punto de encuentro es el santuario ubicado en el barrio porteño de Liniers. Esta fecha conmemora el fallecimiento del santo en 1547, pero su especial vínculo con el trabajo tiene raíces más recientes, ligadas a la historia social del país.


El origen del patronazgo sobre el trabajo


San Cayetano de Thiene murió el 7 de agosto de 1547, y esa fecha fue adoptada por la Iglesia Católica para recordarlo. Sin embargo, su reconocimiento como intercesor por el empleo surgió en Argentina en el contexto de la crisis económica de la década de 1930, provocada por el colapso financiero global de 1929.


Durante esos años, el país enfrentaba altos niveles de desempleo y pobreza. En ese escenario, el padre Domingo Falgioni, director espiritual de los Círculos de Obreros Católicos, promovió la devoción a San Cayetano como patrono de quienes buscan trabajo. Falgioni también impulsó la difusión de una imagen del santo sosteniendo al Niño Jesús y una espiga de trigo, símbolo que consolidó su vínculo con el pan y el trabajo.


La fe en San Cayetano creció rápidamente entre los sectores más necesitados, impulsada por los testimonios de favores y milagros atribuidos a su intercesión.


¿Quién fue San Cayetano?


Cayetano de Thiene nació el 1º de octubre de 1480 en Vicenza, Italia, en una familia acomodada. Estudió Derecho en la Universidad de Padua, y a los 26 años se trasladó a Roma, donde fue nombrado secretario privado del papa Julio II. Tras la muerte del pontífice, decidió seguir el camino sacerdotal y fue ordenado en 1516.


A lo largo de su vida, fundó varias organizaciones religiosas y caritativas, entre ellas la Orden de Clérigos Regulares Teatinos, que promovía una vida de oración, austeridad y ayuda a los pobres. Renunció a sus bienes personales y dedicó su vida al servicio de los más necesitados. Durante la Reforma Protestante, pronunció una frase que aún resuena: “Lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo”.


Falleció el 7 de agosto de 1547, a los 66 años, luego de una larga enfermedad. Se negó a recibir comodidades en sus últimos días y fue recordado por su humildad y entrega. Poco tiempo después comenzaron a registrarse milagros por su intercesión. Fue beatificado en 1629 por el papa Urbano VIII y canonizado en 1671 por el papa Clemente X.


El santuario de San Cayetano en Liniers


El epicentro de la devoción a San Cayetano en Argentina es el santuario ubicado en la calle Cuzco 150, en el barrio de Liniers, Ciudad de Buenos Aires. Fue fundado en 1875 por la Sociedad Hijas del Divino Salvador y se convirtió en un lugar de peregrinación nacional.


Cada 7 de agosto, miles de personas de distintos puntos del país y de naciones vecinas acuden al templo para pedir o agradecer por el trabajo, el sustento y la salud. Las puertas del santuario permanecen abiertas durante todo el día, con misas, procesiones y bendiciones.


Oración a San Cayetano


La Agencia Católica de Informaciones propone una oración tradicional para pedir la intercesión del santo en momentos de necesidad:


¡Oh glorioso San Cayetano!
Aclamado por todas las naciones, Padre de Providencia,
porque con portentosos milagros socorres a cuantos te invocan con fe.
Te suplico me obtengas del Señor oportuno socorro en las angustias presentes
y que esto sea prueba de la bienaventuranza eterna. Amén.

Santísima Trinidad, oh Divina Providencia,
concédeme tu clemencia por tu infinita bondad.
Arrodillado a tus plantas, a ti portento de caridad,
te pido por los míos: casa, vestido y sustento.

Concédenos salud, guíanos por buen camino,
que sea siempre la virtud la que oriente nuestro destino.
Tú eres toda mi esperanza, mi consuelo, en ti creo, en ti confío.
Que tu Divina Providencia se extienda a cada momento,
para que nunca nos falte casa, vestido, sustento
y los Santos Sacramentos en el último momento. Amén.


Fuente: La Nación

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