En la Legislatura de Tucumán se desarrolló la jornada “Perspectivas sociales de la salud en el contexto tucumano”, un espacio para reflexionar sobre la salud desde las ciencias sociales. El evento fue liderado por el legislador Gabriel Yedlin, presidente de la Comisión de Salud Pública, junto a la Dra. Laura Cordero, investigadora del Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat (INTEPH, CONICET-UNT), y el Dr. Augusto Bellomio, director del Centro Científico Tecnológico CONICET NOA Sur. Entre los presentes también estuvieron la legisladora Silvia Elías de Pérez, presidenta de la Comisión de Ciencia y Tecnología, y la legisladora Maia Martínez.
El Dr. Eric Carter, profesor de Geografía y titular de la Cátedra de Salud Global en Macalester College (Minnesota, EE. UU.), fue el orador principal. Durante su exposición, presentó los hallazgos de un estudio realizado en colaboración con la Dra. Cordero sobre los impactos sociales de la pandemia en Tucumán. Carter destacó: “Las ciencias sociales son fundamentales para comprender la salud, porque nos permiten saber cómo piensa la sociedad. Una perspectiva meramente biomédica no es suficiente para comunicarse con la gente”.
El estudio, publicado en la revista Health and Place, se centró en cómo los lazos comunitarios y el capital social en los barrios tucumanos actuaron como “recursos de resiliencia” frente a las adversidades de la pandemia. Cordero explicó: “Los lazos entre vecinos y vecinas fueron claves para mitigar los efectos negativos de la pandemia, tanto en términos socioeconómicos como de bienestar psicosocial”. Además, resaltó que, aunque la pandemia no fue una experiencia positiva para la mayoría, “la mayoría de los tucumanos expresó una amplia confianza para resolver problemas, y lidió de buena manera con estos momentos de incertidumbre”.
Fortaleza comunitaria
Tucumán, como el área metropolitana más grande de la región más pobre de Argentina, con altos índices de desempleo y problemas de salud pública como la malnutrición y enfermedades transmitidas por vectores, fue un escenario clave para este informe. “Postulamos que este análisis sería una valiosa oportunidad para visibilizar los problemas sociales y sanitarios de ciudades intermedias, como Tucumán y su conurbano, en el contexto latinoamericano, así como su capacidad de resiliencia frente a la crisis”, afirmó Cordero. El estudio, que incluyó una etapa cualitativa y otra con 700 residentes del Gran San Miguel de Tucumán, reveló que, a pesar de que solo el 20% de los participantes reportó una mejora en su situación personal durante la pandemia, el 70% mostró habilidades para convivir con la incertidumbre, el 80% confió en su capacidad para resolver problemas y más de la mitad mantuvo una actitud positiva.
Carter destacó la fortaleza comunitaria observada: “Lo que más nos llamó la atención fue la resiliencia del pueblo tucumano frente a la emergencia sanitaria. Observamos una notable capacidad de organización, autogestión y una profunda solidaridad barrial, que se tradujo en un saldo positivo, con crecimiento tanto personal como colectivo”. Los resultados muestran que los barrios con mayor capital social presentaron actitudes más optimistas y resilientes, con una fuerte confianza en los vecinos para cumplir medidas sanitarias y participar en acciones solidarias. Cordero explicó que esta cohesión social fomenta un sentido de “destino compartido”, facilita la autoorganización comunitaria y asegura un flujo más accesible de recursos materiales y emocionales.
Enfoque interdisciplinario
Yedlin, en la apertura, enfatizó la necesidad de entender la salud más allá de los hospitales: “Cuando hablamos de salud, solemos pensar en hospitales o medicamentos. Pero la salud se construye en la vida cotidiana, en nuestras decisiones diarias: si fumamos, si usamos casco al andar en moto. Por eso celebro la presencia de un especialista que viene a compartir su experiencia desde otra mirada”.
El estudio no solo destaca la resiliencia tucumana, sino que también propone su replicabilidad en otras regiones. Cordero subrayó la importancia de la colaboración interdisciplinaria con expertos como Carter: “Constituimos un equipo con experiencias disímiles de la pandemia. Por ello, en nuestra visión subyace un profundo trabajo comparativo, no tanto en lo empírico como en lo interpretativo y lo teórico”. Este enfoque combinó herramientas de la Historia, la Geografía, las Ciencias de la Salud y la Salud Comunitaria, demostrando que la unión de perspectivas diversas genera resultados innovadores. “Sin embargo, no abundan las que se detuvieron a examinar las dinámicas individuales y colectivas, ni tampoco las que se centraron en contemplar al capital social como ‘salida de emergencia’ frente a ese escenario. Es lo que hicimos en Tucumán”, concluyó Cordero.