La tensión en Medio Oriente tras el ataque de Estados Unidos e Israel a instalaciones nucleares iraníes tuvo repercusiones inmediatas en Argentina. La Policía de la Ciudad activó un operativo de máxima seguridad en al menos 19 objetivos sensibles en Buenos Aires, ante el riesgo de represalias. Las medidas alcanzan a instituciones israelíes, escuelas, embajadas y residencias diplomáticas, incluyendo a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), ubicada en Once, escenario del atentado terrorista de 1994. La zona fue blindada con patrullajes permanentes y efectivos en pie, por su valor simbólico y trágico.
La iniciativa fue articulada por la División de Despliegue de Intervenciones Rápidas (DIR), con monitoreo constante mientras se evalúen amenazas potenciales. Además de la AMIA, la seguridad se reforzó en la embajada y residencia del embajador de Israel, en escuelas y jardines de infantes de la comunidad judía, y en la embajada de Estados Unidos, considerado blanco potencial tras el rol protagónico del país norteamericano en el conflicto. Las autoridades remarcaron que el foco está puesto en proteger especialmente a menores y personal educativo en los espacios escolares.
En paralelo, el Gobierno argentino manifestó su respaldo público al accionar de EE.UU. e Israel. Desde Casa Rosada, el subsecretario de Prensa, Javier Lanari, declaró que el país “está del lado correcto de la historia”, subrayando el apoyo a lo que definió como la defensa de Occidente, el capitalismo y la cultura judeocristiana. El presidente Javier Milei alineó su posición geopolítica con la de Donald Trump y Benjamin Netanyahu, en una escalada que no solo deja huella en Medio Oriente, sino también en la política y la seguridad local.