En un contexto de adversidades climáticas y vaivenes económicos, la campaña citrícola 2025 en Argentina y particularmente en Tucumán, logró sortear los pronósticos más sombríos, consolidando una producción de limón que, lejos de caer, se mantuvo en niveles similares a los del año anterior. Este desempeño, impulsado por un repunte en las exportaciones de fruta fresca, permitió al sector recuperar un precario pero alentador equilibrio financiero.
Según José Carbonell, presidente de Federcitrus (foto inferior), en diálogo con radio Continental, las limitaciones para ampliar las ventas al exterior no radican en la demanda, sino en la disponibilidad: “Hoy no se exporta más porque no hay más fruta en condiciones sanitarias y de calidad para seguir enviando a los mercados”. La Unión Europea y Europa del Este, beneficiadas por la menor oferta de competidores como Turquía y España, han incrementado su apetito por el limón argentino, mientras que el jugo de limón, con precios en franca recuperación, alcanzó una demanda tal que los inventarios de la campaña actual están prácticamente agotados. “Ya se están cerrando contratos sobre la campaña del año que viene”, afirmó Carbonell, subrayando el dinamismo del sector.
En el ámbito de los cítricos dulces, los precios, que en 2024 se dispararon por la merma productiva en Estados Unidos y Brasil, regresaron a valores más cercanos a los promedios históricos. Sin embargo, las heladas en el Noreste Argentino (NEA) y Uruguay restringieron la disponibilidad de fruta para exportación, afectando los volúmenes comercializados. Pese a ello, el sector citrícola, que arrastra seis años de crisis con pérdidas significativas de superficie cultivada, encuentra en 2025 un punto de inflexión. “Este año se va a terminar con cuentas más o menos equilibradas, de ningún modo para irse de vacaciones ni para cambiar el auto, pero sí con la sensación de equilibrio”, expresó Carbonell, reflejando un optimismo cauto entre los productores.
Paralelamente, el sector de los arándanos enfrenta un escenario de retos y oportunidades. Iniciada hace semanas, la campaña 2025 se extenderá hasta diciembre, con el Noroeste Argentino (NOA), liderado por Tucumán, y la Mesopotamia, con Concordia como epicentro, como principales regiones productoras, junto a una participación menor del norte bonaerense. Alejandro Pannunzio, presidente de la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia Argentina (APAMA - foto inferior -), explicó que en 2008 alcanzó su apogeo con 5.000 hectáreas y exportaciones cercanas a los 20 millones de kilos, hoy opera con una superficie reducida a la mitad y un volumen exportable de apenas 5 millones de kilos. “La Argentina llegó a estar en la primera línea, pero los problemas de financiamiento, la falta de acceso a la última genética y las trabas a la propiedad intelectual nos hicieron perder competitividad”, lamentó Pannunzio.
La recuperación del arándano argentino requiere una inversión significativa, con un mínimo de 25 hectáreas y una estructura integrada que incluya cámaras de frío y vínculos directos con mercados internacionales. La primera cosecha, además, solo llega tras dos años de implantación, lo que eleva las barreras de entrada. Sin embargo, el consumo interno mostró un crecimiento sostenido en la última década, impulsado por campañas de promoción que resaltan las virtudes del arándano como superalimento. “El arándano es muy rico, tiene bajo contenido de azúcar y es considerado un superalimento por su aporte de antioxidantes”, destacó Pannunzio, quien también subrayó su versatilidad para el consumo fresco, jugos, mermeladas y productos congelados. En el mercado global, Estados Unidos, Inglaterra y Europa continúan siendo los principales destinos, aunque China emerge como un mercado estratégico por su creciente demanda y exigencia de calidad. Con una producción estimada en 15 millones de kilos para esta campaña, el desafío para Argentina es recuperar su posición entre los líderes mundiales.
Encontrar su lugar
En el segmento de los cítricos, Tucumán reafirma su liderazgo global. Como primer productor mundial de limón, domina el mercado de derivados industriales, aportando dos tercios del jugo, aceite y cáscara comercializados a nivel global, y se posicionando al país como el tercer exportador de fruta fresca, detrás de España y Sudáfrica. En el mercado interno, el consumo de limón fresco alcanza las 200.000 toneladas anuales, con un pico en los meses de verano, mientras que el jugo, destinado en un 90% a la exportación, comienza a ganar terreno en bares y restaurantes gracias al auge de la limonada.
En cuanto a los aportes nutricionales, el arándano destaca por su perfil saludable. Según la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, este fruto es bajo en grasas y sodio, libre de colesterol, rico en fibras y vitamina C, y posee propiedades refrescantes, tónicas, astringentes y diuréticas, consolidándose como un aliado para la salud.
En síntesis, mientras el sector citrícola, liderado por el limón, encuentra un respiro tras años de dificultades y se afianza como pilar de la agroindustria argentina, el arándano enfrenta el desafío de recuperar su esplendor perdido. Con un enfoque en la calidad, la innovación y la apertura de nuevos mercados, ambos sectores buscan consolidar la presencia de Argentina en el escenario global, navegando entre las oportunidades y los obstáculos de un mercado cada vez más competitivo.