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El Jardín de la República ¿Se encuenta desforestado?

Los principales equipos de la provincia no logran asentar jugadores tucumanos en sus equipos. ¿Falta de confianza o falta de potencial? Un hecho que se materializa cada vez más y debería preocupar.

Por Tendencia de noticias

18 jun, 2025 11:35 p.m. Actualizado: 18 jun, 2025 11:35 p.m. AR
El Jardín de la República ¿Se encuenta desforestado?

Roldán y el Pulga, pasado y presente tucumano

El "Jardín de la República" siempre fue un lugar próspero y rico en abastecer de vivacidad y color las hectáreas de nuestro hermoso suelo argentino: desde cultura hasta lo deportivo. Y en esto último, nos centraremos en el fútbol, la cosa más importante de las menos importantes. Una pasión que llevó a un trabajo incansable para que los dos principales equipos de la provincia, como lo son San Martín y Atlético Tucumán, sean instituciones respetadas en una nación que la pelota tiene un rol fundamental en la vida de cada argentino. Un prestigio bien ganado, forjado con proezas y hazañas durante los años. Sin embargo, el delirio de las tribunas no termina siendo enteramente lo primordial cuando lo que sucede en la cancha pesa mucho más. Y allí, el "Jardín", tan frondoso y exuberante, fue perdiendo flores que ni el propio amor pudo replantar.


"El telefono de Dios está en Buenos Aires" es una frase que suele ser un axioma (lamentablemente) para la gente del interior. Sumado a eso, el tucumano fue viendo como su infraestructura fue quedando atrás respecto a otras provincias ¿El resultado? Quedarse en el recuerdo. Atrás quedaron nombres como Juan Carlos Carol, Jacinto Eusebio Roldán, "Kila" Castro, el "Negro" Ruíz, José Rafael Albrecht, Hugo Ginel, entre otros. Y quizás ese último bastión sea Guillermo Acosta o Luis Miguel Rodríguez. Desde hace un tiempo (considerable), Tucumán dejó de exportar jugador de su pura cepa, dejó de aportar ese sembrado para el fútbol nacional. Y la clara muestra, justamente, son los dos equipos principales de la provincia.


En Atlético Tucumán, su cantera se nutre de jóvenes de toda la región, lo que es una cuestión lógica teniendo en cuenta el trabajo de captación que se hace. Sin embargo, muy pocos de esos chicos logra asentarse en Primera División, y si lo hacen, es una edad tardía que entorpece su posible andar como profesional. Y esto enciende las alarmas cuando, incluso, jugadores que pudieron llegar y tener rodaje, lo pierden fácilmente. Tal es así, que Ramiro Ruíz Rodríguez y Nicolás Laméndola, dos que incluso tuvieron préstamos para crecer en el medio, parten de atrás en la consideración de Lucas Pusineri. O el que supo jugar un Mundial Sub-20 como Ignacio Maestro Puch, se fue apurado para tener su chance en Independiente, y hoy sería moneda de cambio. O Kevin Isa Luna, que metió un par de goles que quedaron en la lejanía para perderse en México o Paraguay. Pero lo más fuerte de la cuestión y que termina, justamente, agravando la cuestión (valga la redundancia) es que en la división Reserva, lugar donde los que están a un paso de llegar, se apostó a muchos jugadores de Buenos Aires. ¿Le fue bien? Claro que sí. Llegó a octavos de final, pero ¿El fin justifica los medios? ¿Cómo estos chicos pueden mejorar si en una segmentación que debe alentar al crecimiento termina por dejarlo atrás en la consideración?


En San Martín, parece darle más espacio a lo autóctono: un DT que es hincha y que trata de darle ese lugar a esos jóvenes que supo dirigir en las formativas. Pero el trasfondo puede ser hasta demagógico: el presupuesto de otros años fue cortado de raíz, y recién ahí, el jugador tucumano empezó a ser más reluciente. No por convicción, solo por necesidad y urgencia. Y en ese doble discurso, que es hasta maquiavélico, se esconde un factor que puede ser gravitante para el objetivo: ¿Te puede brindar soluciones en un campeonato largo? Algunas veces sí, la mayoría no. El tiempo no es paciente y no espera a nadie, y con las urgencias que vive San Martín, muchos de estos chicos deben aprender a correr cuando recién caminan sus primeros pasos con una casaca tan pesada. Esto provoca que los errores sean imperdonables y que, hasta el más sensato pierda la cordura cuando ve cómo su equipo no resuelve. Tal es así, que el duelo con Almagro denotó algo crítico: Martos solo usó 4 de los 5 cambios, en un partido que debía ganar. Y el contexto le pesó a los nuevos como Alan Cisnero, o a algunos más experimentados como Prokop. Ah, y Verón quedó relegado por Taboada, un pibe de All Boys que, hasta ahora, no ha demostrado ninguna condición. Y el de Burruyacú ya lleva casi tres años en la institución.


Y los caminos guían a aristas irresolutas: En el "Decano", la venta de "Cata" Romero puede tapar muchos baches, que, en caso de que los resultados no acompañen, desbordará con mucha fuerza. En San Martín, la dirigencia no ve con malos ojos, mantener esta base, y con el supuesto aval del entrenador, continuar en este camino de la Primera Nacional, que hasta ahora, demostró que puede pelear, pero deberá superar un techo para una categoría que no perdona en los detalles, y lastimosamente, en las citas importantes o en muestras de carácter, se quedó a media máquina. Se debe invertir en esos jóvenes que son el futuro, no solo de un club, sino de una provincia. Un "Jardín" que se fue despoblando. Y la justificación termina doliendo, si vemos que nuestros coprovincianos que triunfan, lo hicieron lejos de la Cuna de la Independencia: Tomás Cuello se tuvo que ir a Brasil para demostrar su potencial, José María Herrera o Álvaro Montoro tuvieron que emigrar desde muy chicos a Buenos Aires para estar en clubes de allá y tener las comodidades, que al parecer, acá no se consiguen. Y similar a Roberto Pereyra, Joaquín Correa o Matías Kranevitter, ya asentados en la élite, sufriendo el desarraigo y abrazandose lejos de su tierra natal.


Debemos hacer un mea culpa. Es menester realizar inversiones desde las raíces. Nuestro fútbol tucumano sangra y el presente de las grandes instituciones, con tucumanos que brillaron y la hicieron brillar, es un reflejo de lo que sucede. Y eso es la punta del iceberg, porque en el océano, hay motivos más fuertes para que esto pase. Más inversión para que las pelotas no tengan chichones o los conitos no tengan fisuras. Más templanza para chicos que tienen un sueño. Y más criterio para que su crecimiento no sufra el aceleramiento o el letargo para poder demostrar la madera que está hecho. Si se esperan las condiciones ideales, con los contextos que se viven en ambos clubes, solo en una utopía se podrá soltar a esos chicos. El fútbol tucumano no solo necesita talento: necesita planificación, inversión y compromiso real. Ya no alcanza con emocionar desde la tribuna ni con apelar a la épica. Hace falta sembrar en serio. Para que el Jardín vuelva a florecer, primero hay que cuidar la semilla. Y usar menos el teléfono...


El Jardín de la República ¿Se encuenta desforestado?

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