Con un rendimiento sólido en ambos lados de la cancha y una tercera manga letal, el equipo de Mark Daigneault cerró la llave 4-3 y obtuvo su primer título desde 1979, cuando aún competía bajo el nombre de Seattle Supersonics. Fue una consagración con sabor especial para una franquicia joven que dejó en el camino a Memphis, Denver y Minnesota antes de sellar la gloria ante su público.
El duelo definitorio no decepcionó en emociones ni intensidad. A pesar de la prematura lesión de Tyrese Haliburton, quien venía arrastrando molestias físicas, Indiana supo mantenerse en partido durante gran parte del primer tiempo gracias al aporte colectivo y al liderazgo de Pascal Siakam. Pero en el tercer cuarto, el Thunder pisó el acelerador: Shai Gilgeous-Alexander mostró por qué fue elegido MVP de la temporada, acompañado por figuras clave como Jalen Williams y Chet Holmgren, para quebrar definitivamente el marcador.
Con esta victoria, Oklahoma cerró una temporada inolvidable. No solo registró el mejor récord en la fase regular (68-14), sino que además tuvo un rendimiento contundente en los playoffs y encontró equilibrio entre experiencia, juventud y compromiso defensivo. El campeonato no solo significó cortar una larga espera, sino también consolidar a una nueva potencia en la liga. La coronación en el PayCom Center quedará grabada como el momento en que el Thunder alcanzó la cima de la NBA.
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