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De santo a cuestionado: el vaivén de Lucas Pusineri en Atlético Tucumán

Por Nicolás Martín.- El técnico transita un escenario cargado de contrastes, donde los resultados lo elevan o lo hunden con la misma rapidez, en un equipo que aún no logra encontrar equilibrio.

Por Tendencia de noticias

10 sept, 2025 04:24 p. m. Actualizado: 10 sept, 2025 04:24 p. m. AR
De santo a cuestionado: el vaivén de Lucas Pusineri en Atlético Tucumán

Dicen que la vida es como una montaña rusa, con subibajas constantes y cambios permanentes. El problema aparece cuando esos vaivenes son tan vertiginosos que hacen desconfiar de la victoria y exagerar la derrota. Una incertidumbre que mancha cualquier acción, justamente por la falta de regularidad.


Es difícil etiquetar a Atlético Tucumán: a veces es una apisonadora y otras, la bandera de la apatía. Principalmente uno en condición de local y otro de visitante. Un villano muy reconocido de Batman es "Dos Caras", un abogado sin escrúpulos que definía sus actos según el lanzamiento de una moneda. El paralelismo con el Decano es evidente: los grises escasean. Sufre o hace sufrir. Y parece no aprovechar los momentos, lo que deriva en este caminar zigzagueante.


Muchos señalan a Pusineri. Pero él jamás vendió pescado podrido. Desde su llegada a 25 de Mayo y Chile adoptó un juego de contragolpe, con transiciones rápidas y mayoritariamente cediendo la pelota. El problema es la bipolaridad de un equipo que comete fallas individuales graves, no siempre futbolísticas: desatenciones en los relevos, errores defensivos o baja precisión en los metros finales. A esto se suma la cuestión disciplinaria: primero Clever Ferreira y ahora Leandro "Loco" Díaz. El paraguayo, en un contexto tranquilo, metió una plancha innecesaria. Lo del delantero es insólito: una infantilada impropia de un jugador de 33 años que nunca entendió que portaba la cinta de capitán. Un tercer ciclo con las mismas irresponsabilidades que empañan la figura de un futbolista que es hincha, pero cuyo fanatismo no justifica sus fechorías en la cancha. Y un tirón de orejas ya no alcanza para alguien que incluso anticipó lo que haría. Una más para el cuaderno.


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Explicar la canonización del primer Santo en Atlético Tucumán y su posterior crítica constante se sostiene en algo netamente futbolístico: resultados. Cuando peleó el torneo era símbolo de estampitas, y hoy, cuando los objetivos parecen dispares o cambian según la semana, su imagen también se vuelve como el presente del equipo: peligrosamente voluble. No tener tierra firme bajo los pies provoca que cualquier brisa sea tornado, y que una simple llovizna se transforme en tormenta sin paraguas. El problema de la histeria generalizada es que nubla el juicio: cualquier paria puede ser hijo de la nobleza si vende espejos de colores, en un proceso desgastado pero que no mostró flaquezas suficientes como para ser condenado a las afueras del Edén.


Culpar solo a Pusineri es mirar el mundo a través de la ranura de una aguja: los futbolistas levantaron el nivel pero deben mejorar en la toma de decisiones, en un equipo que empieza a consolidarse y que puede pelear más arriba en el Clausura. Hoy está octavo: "ni los mejores ni los peores", como suele decirse. Es momento de que Atlético dé el salto de calidad en lo futbolístico y lo mental, que la confianza se dispare, porque en nombres tiene material para competir; la cuestión es cómo se aprovecha esa materia prima. Y aunque en el horizonte asome el "Cuco" más que el "Ogro" con el Newell’s de Fabbiani, un DT que siempre le encontró la vuelta al Decano, ganarle sería una inyección anímica para lo que viene. Mientras tanto, hay quienes siguen confiando y prenden velas al San Pusineri, que parece haberse ido, pero sigue ahí, y con resultados, puede volver a ser ese beato en 25 de Mayo y Chile.


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